EL SEMBRADOR: septiembre 2016

sábado, 10 de septiembre de 2016

Curso Historia de Israel: Seminario Mayor san Pedro apóstol, Cali
Clase No. 5 - Trabajo virtual

Datos bíblicos: Patriarcas, éxodo, desierto y conquista de la tierra.

Entorno a los orígenes de Israel se pueden decir muchas cosas, de hecho hay diferentes autores como Von Rad o Wellhausen, que han dedicado gran parte de su trabajo teológico-bíblico a reconstruir cómo se elaboró dicha historia. De ahí que sea necesario conocer la información que tenemos de los patriarcas, algunos momentos trascendentales de la historia de Israel y la manera como se organizaron los tribus al llegar a Canaán.

Apoyados en los textos de Pixley y Castel van a responder a la siguiente consigna:

· 1. Describir los datos que a su juicio considera relevantes de los patriarcas, Moisés, los momentos decisivos de Israel y el proceso de organización en Canaán. La descripción se hará en un cuadro por columnas.

En la próxima se hará la socialización y entrega.

Los textos se harán llegar al correo electrónico.

Reflexión Bíblica Dominical

Reflexión Bíblica: ¡Descubramos la verdadera identidad de Dios!

4º Domingo Cuaresma: Lucas 15, 1-32

En su pedagogía, la Palabra nos sorprende hoy con una de las parábolas más cautivadoras y sorpresivas de Jesús: La parábola del Padre misericordioso. Es cierto que siempre se le llamó del hijo prodigo pero en realidad el protagonista de la misma es el padre. Aunque esto no significa que debamos dejar de lado a los dos hijos. No obstante, el propósito es ubicar la parábola en el contexto de la Cuaresma, desde donde resulta propicio reflexionar sobre la verdadera identidad de Dios que Jesús quiere dar a conocer.

Jesús está frente a un auditorio muy particular; pecadores y recaudadores de impuestos. Su intención es compartir la misericordia de Dios con estos hermanos. Mientras tanto, los fariseos y los doctores de la Ley, están vigilantes para hacerlo caer y denunciarlo por blasfemia ante las autoridades religiosas, no apoyan para nada la acción de Jesús. Aprovechando la ocasión, Jesús lanza una parábola con la que pretende desenmascarar la equivocación de sus paisanos juristas y revelar el verdadero rostro del Padre Dios.

La parábola nos dice que un hombre tenía dos hijos. El más joven, en una actitud un tanto retadora y curiosa le pide la herencia antes de tiempo y se marcha a otro país, donde derrocha su fortuna llevando una vida desordenada. Mientras tanto, el hijo mayor permanece en casa, agazapado y esclavo de la normas que su padre ha propuesto para mantener el orden en su casa. Sin embargo, aunque el padre establece normas estás no son inamovibles, se deben cumplir con libertad y alegría. Quien deseé algo diferente puede tomar sus cosas e irse.

Teniendo claro esto, el hijo menor abandona la casa y a su padre-madre. Ama a su padre pero por la libertad que engendra el amor, también sabe que las puertas están abiertas, aunque ellas existan no son muros. Es cierto que el padre ha dejado marchar a su hijo pero su corazón esta triste, no era lo que quería pero tampoco lo puede retener en contra de su voluntad. Es así como todos los días sube a la azotea de su casa para divisar el horizonte con la esperanza de que su hijo volverá. No le importa cuándo ni cómo vuelva, lo único que le interesa es recuperarlo vivo.

El deseo del padre misericordioso se cumple, y el día esperado llega. El hijo vuelve a casa. Está lastimado, herido y casi irreconocible; el mundo que fue a explorar lo dejó sin nada, le quitó casi todo, menos el recuerdo de su padre-madre que lo ama. Por eso vuelve a casa, porque sabe que hay un padre con un corazón misericordioso. El regreso de su hijo es motivo de alegría, por eso la fiesta no puede faltar. Pero no todos se alegran, el hermano mayor no entiende el proceder de su padre. Es curioso, aunque siempre permaneció al lado de su padre nunca lo conoció, no logró descubrir quién era en verdad.

Aunque la parábola termina con un hijo malhumorado y un padre tratando de dar explicaciones de su comportamiento generoso, la celebración no. A ella pueden entrar todos los que estén dispuestos a alegrarse con el regreso de un hermano que estaba perdido. Quienes quieran un juicio o un castigo, tendrán que buscar otro lugar y otro “dios”, porque el de Jesús no quiere nada de eso. Él solo quiere alegrarse con los hijos que Jesús va rescatando del foso de la muerte.

Hace unos meses nuestro hermano Francisco nos invitó a vivir el año de la misericordia. Uno de sus propósitos es recordarnos a todos que Dios es misericordioso; esa es su esencia y ninguna estructura o práctica religiosa exclusiva y moralista podrá desvirtuarla. En esta Cuaresma, descubramos el verdadero rostro de Dios.

EL SEMBRADOR

sábado, 10 de septiembre de 2016

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